Este domingo se celebrarán las elecciones más grandes de la historia de nuestro país, no solo por el número creciente de votantes, también porque en los 32 estados tendrán elecciones locales concurrentes con elecciones federales y por la carga política y social que han envuelto estas elecciones. Esto significa que más de 21 mil cargos de elección popular estarán en disputa el próximo 7 de junio y, en gran medida, el futuro de México.
Existen muchas definiciones de lo que significa una democracia, desde expresiones mínimas en las que el hecho de celebrar elecciones libres y competitivas es suficiente, hasta expresiones que intentan abarcar cuestiones como derechos humanos y características sociales de igualdad de oportunidades y de acceso a bienes y servicios que permitan la movilidad y el libre desarrollo de las personas.
Sin embargo, todas las definiciones coinciden en que la democracia no es solo votar, pero que sin el voto no hay democracia. El voto es esencial para el funcionamiento de una democracia y para poder ejercerlo, se necesita de instituciones que organicen y regulen las elecciones, que promuevan el voto y que busquen darle confianza a todos los que buscan un cargo y quienes los votamos. Del otro lado, los elegidos deben de expresar su apoyo a las reglas democráticas y reconocer la legitimidad de sus contrincantes y del árbitro.
De igual manera, vivir en una democracia significa que todos somos agentes políticos activos con responsabilidades y obligaciones. Idealmente, nuestras voces se ven plasmadas en los resultados que arrojen las urnas, pero continuamente debemos mantener el diálogo y exigirle a nuestros gobernantes. También, la organización de las elecciones recae en nosotros, todas las personas que trabajan en las casillas el día de las elecciones y que cuentan los votos son personas que lo hacen por puro deber cívico.
Es nuestra responsabilidad informarnos sobre los candidatos, los partidos y sus propuestas para salir a votar por quien nosotros creamos que hará el mejor trabajo de gobernarnos. Esto puede ser porque los creemos capaces, porque compartimos valores o porque no queremos que gane algún otro candidato. Lo importante es salir a votar, hacer valer nuestro derecho y celebrar que disfrutamos de vivir en una democracia que, a pesar de sus deficiencias, construimos cada vez que votamos.