Pemex y la importancia de mantener la confianza. – Blog Momentum México

Pemex y la importancia de mantener la confianza.

La piedra angular sobre la cual descansa la economía hoy en día es la confianza. Desde las transacciones más pequeñas a las más grandes, desde individuos que confían en el entorno para comprar un automóvil o una lavadora a plazos, pasando por empresas que invierten en capital productivo porque confían en las leyes que protegen su inversión y en la situación económica, hasta los gobiernos que se endeudan porque confían en que podrán pagar lo pedido en el futuro y aquellos que les prestan confían en que así lo harán. Si eliminamos la confianza de estas transacciones, tenemos como resultado individuos que no consumen más allá de lo estrictamente necesario, empresas que no invierten o que llevan su dinero a lugares más seguros y gobiernos que piden prestado a tasas altísimas y fuga de capitales.

La confianza es una idea, un concepto, no es algo que podamos identificar claramente, es por eso que se buscan señales para reconocerla y maneras de cuantificar y categorizarla. Ahí entran las agencias calificadoras que, en síntesis, lo que buscan es traducir el concepto abstracto de confianza en algo fácil de entender y de utilizar. Le dan una calificación al riesgo de crédito de los países o de empresas y esta calificación se construye concatenando varios elementos que erigen la confianza como: entorno legal, capacidad de pago, voluntad de pago, regulación, corrupción, política, vulnerabilidad ante una crisis internacional, entre muchos otros. 

En el caso de México y de Pemex, las últimas noticias respecto sus calificaciones crediticias no han sido alentadoras. Para México algunas calificaciones han disminuido, pero se mantienen dentro de buen rango, mientras que, para Pemex, desafortunadamente la situación comienza a verse muy negativa. La reciente noticia de la pérdida de grado de inversión que le atribuyó Fitch a la deuda de Pemex es preocupante en sí misma, pero a esto se le debe sumar que para Moody´s, la deuda solo se encuentra un escalón arriba y para S&P dos, y no sorprendería que pronto la revisaran a la baja.

Una de las implicaciones para Pemex ante una baja en la calificación, es que probablemente se encontraría ante una situación similar la de Petrobras en 2015 cuando 41 mil millones de dólares de sus bonos fueron clasificados como chatarra y su costo financiero aumentó de 1.6 mil millones de dólares a 8.8. Sin embargo, en el caso de Pemex hay factores que podrían agravar este panorama, ya que la situación financiera de Pemex es hoy más débil, con una deuda que asciende casi a los 100 mil millones de dólares y pérdidas netas de cerca de 35 mil millones de dólares en 2019.

Muchos analistas señalan que, si se analizara únicamente a Pemex ésta no debería de tener la calificación que actualmente posee, debería ser inferior, pero se asume que la deuda de Pemex es la deuda de México, aunque formalmente no esté establecida como tal. Aunque Pemex es una empresa productiva del estado que, en papel, es autónoma, y por tanto no faltarán voces que aleguen que el gobierno mexicano no está obligado a asumir la deuda, la realidad es que no cumplir con las obligaciones financieras de Pemex, pondría un severo estrés en la calificación misma de la deuda mexicana porque podría levantar serias sospechas sobre la confiabilidad de pago de esta. Es por esto por lo que la situación de Pemex nos concierne a todos. Una caída en la confianza de la empresa traería serias consecuencias sobre la economía nacional y podría inclusive contar entre los perjudicados a los fondos de pensiones de países como Estados Unidos, Canadá, Francia, Inglaterra y Alemania, que tienen fuertes inversiones en Pemex.

Ahora ¿Qué podemos hacer para evitar ese potencial escenario? Lo primero es hacer un análisis honesto, serio y objetivo, alejado de filias o fobias políticas, que nos permita ver con claridad cuál es la situación real de la empresa. Debemos hacer un análisis con base en datos duros y confiables, así como proyecciones financieras metódicas que nos permitan ver cuáles siguen siendo las fortalezas de la empresa y el valor en el futuro del petróleo. Sería un error declarar acabada a la empresa o a la industria petrolera mexicana sin antes hacer los ajustes necesarios para hacerla más eficiente. A pesar de los precios tan bajos del petróleo que hoy estamos viendo, las decisiones del Estado mexicano respecto de la empresa deben tomarse con una visión estratégica que equilibre la situación financiera actual con un horizonte a largo plazo. En otras palabras, Pemex debe poder identificar si el valor del petróleo se espera que continúe bajo en el largo plazo o si estos precios solo son producto de la situación completamente extraordinaria que estamos viviendo y con base en un análisis responsable, actuar en consecuencia.

De igual forma, el gobierno federal puede aprovechar el capital político con el que cuenta para eliminar las ineficiencias que ha arrastrado la empresa. Puede reconfigurar al sindicato petrolero para que éste permita una operación más eficiente, eliminar prácticas corruptas en la asignación de contratos, así como evitar el robo y merma del petróleo y los combustibles. Asimismo, gracias a la globalización, hoy se pueden contratar asesores con amplia experiencia en logística, automatización y cadenas de suministro a nivel mundial; así como sistemas informáticos que han probado ser grandes herramientas para optimizar los procesos operativos de las industrias y transparentar la información, generando grandes ahorros. México podría invertir en estos cambios que, si bien no serán inmediatos ni fáciles de ejecutar, son necesarios para que Pemex pueda convertirse nuevamente en un activo en beneficio de los mexicanos.

Estas acciones son difíciles de ejecutar y requieren un alto grado de responsabilidad de los distintos actores públicos, pero el mantener la confianza de los inversionistas locales e internacionales en Pemex es indispensable para que México pueda mantener y, de hecho, aumentar el nivel de inversión, precisamente ahora que la crisis sanitaria quizá cambie fundamentalmente la economía de algunos de los países del mundo. A pesar de que es innegable que se han cometido errores en su administración, también es innegable que Pemex representa el esfuerzo de muchos mexicanos visionarios que durante muchos años generaron la confianza con la que hoy se mantiene la empresa y el país. No tomar las acciones responsables y enviar los mensajes adecuados, nos pueden poner en la posición de perder toda esta confianza ganada en cuestión de meses.

Una crisis siempre viene seguida de una ola de innovación y cambios que surgen de la necesidad de optimizar los recursos y de la falta de oportunidades, hace que se creen nuevas y mejores formas de producir, entretenernos, comunicarnos o estudiar. La cooperación a distancia está probando su efectividad y la crisis actual del petróleo, que ha puesto en evidencia, ahora más que nunca, que nuestra economía podría quedar a mereced de la decisión de otros actores mundiales sobre los cuales no tenemos control alguno, también debe ser un parteaguas para comenzar a diversificar los ingresos del Estado Mexicano. Debemos además tener una mirada hacia un futuro más verde en donde los combustibles fósiles serán sustituidos en muchas industrias. Claro que el escenario actual quizá no premie el optimismo, pero aquellos que puedan ver más allá y encontrar una manera de salir fortalecidos, recibirán en sus manos los frutos de sus esfuerzos, en un mundo que tendrá nuevos paradigmas que apenas algunos podrán prever.

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