Blog Momentum México – Página 5

Emisiones netas cero

Esta semana Apple anunció que para 2030 sus emisiones netas de carbono serán cero para su cadena de suministro y sus productos. Esta noticia es de gran relevancia porque la empresa mas valiosa del planeta, estandarte de innovación y buenas prácticas, es también un generador de tendencias y referente cultural, por lo cual, es probable que este tipo de iniciativas tome aún más momentum.

La neutralidad de carbono se refiere a equilibrar las emisiones de carbono liberado a la atmósfera con procesos que disminuyen la cantidad de emisiones en la atmosfera con el fin de lograr que la huella de carbono sea igual o cercana a cero. Para hacer esto, el primer paso es el análisis de las emisiones.

Para el computo de las emisiones que genera una empresa se debe de incluir absolutamente todo lo que involucra el funcionamiento de la empresa y la producción: desde la manera en la que los trabajadores llegan a trabajar y cómo operan las instalaciones, hasta que impacto tienen los materiales con los que se construye el producto (si es que lo hay) y cuales son las prácticas de los proveedores.

Los siguientes pasos son la reducción y la compensación, la reducción es el paso anterior a la compensación porque compensar la huella de carbono tiene un costo y se busca que sea el menor posible, después, la compensación puede ir desde plantar árboles o limpiar un rio hasta comprar bonos verdes y pagar para que otros no emitan CO2.

La idea detrás de la neutralidad de carbono es la que realmente puede ser poderosa para generar un cambio positivo a favor del medio ambiente, la idea de que cada parte del proceso tiene un impacto, que cada acción tiene una reacción que puede ser nivelada y que la huella de carbono si puede ser un juego de suma cero si nos coordinamos para disminuir nuestro impacto.

Muchos creemos que estamos tomando acciones a favor del medio ambiente cuando en realidad no es así desde este punto de vista, usar un auto hibrido no es benéfico para el medio ambiente si no fue construido con procesos limpios, si su batería es desechada incorrectamente o si la energía que utiliza fue generada quemando combustibles fósiles y si además esta dentro de las posibilidades usar algún otro medio de transporte menos contaminante, el auto hibrido parece menos ecológico.

Esto incluye también a las empresas, el origen de sus materiales es casi tan importante como los procesos de transformación, es por eso que fomentar la minería sustentable y otras materias primas, además de fuentes de energía renovables deben de ser el primer paso a seguir si se busca reducir la huella de carbono.

En palabras de Tim Cook, CEO de Apple: “Las empresas tienen una gran oportunidad para ayudar a construir un futuro más sostenible, uno nacido de nuestra preocupación común por el planeta que compartimos. La acción climática puede ser la base de una nueva era de potencial innovador, creación de empleo y crecimiento económico duradero. Con nuestro compromiso con la neutralidad del carbono, esperamos ser una ola en el estanque que genere un cambio mucho mayor.”

La carrera farmacéutica

 A inicios del mes de julio de 1885, Louis Pasteur probó exitosamente la vacuna contra la rabia en Joseph Meister, un niño de 9 años a quien curó de esa enfermedad, salvándole la vida. Este es uno de cientos de ejemplos sobre los maravillosos logros del desarrollo farmacéutico, que hoy está representado por una gran industria que hasta ahora ha logrado contener o superar la gran mayoría de los retos que se le han presentado. No hay razón para pensar que en el caso del COVID-19 esto será diferente.

Los avances en la industria farmacéutica y médica en los últimos siglos son considerados por muchos historiadores como los mayores avances de la humanidad, y es que su impacto no ha sido poco: la esperanza de vida a nivel mundial se ha prácticamente duplicado en 150 años, la mortandad infantil es solo una fracción de lo que era hace 100 años, el número de enfermedades no tratables estadísticamente es muy bajo y un sinnúmero de personas no muere por causas que ahora consideramos comunes, como el dolor de muelas o una pierna rota.

Hoy damos por hecho la erradicación de decenas de enfermedades como la viruela y tenemos la certeza de que otras cuantas, que antes eran mortales, pueden ser tratadas sin mayor inconveniente como la gripe, la diabetes, desordenes metabólicos y otras cuantas. También nos beneficiamos de las técnicas y procedimientos modernos como la diálisis, el marcapasos, la resonancia magnética, el ultrasonido, la microcirugía entre muchos otros. Los avances son impresionantes y más aún lo que han hecho por extender la vida humana y hacer que cada vez vivamos más tiempo libres de enfermedades.

Sin embargo, todo parece indicar que apenas estamos en el comienzo de lo que será una verdadera revolución, en cuanto a medicamentos y tratamientos médicos se refiere. Los más grandes avances de nuestros tiempos palidecerán con todo lo que está por venir de la mano de la biotecnología. Disciplina que ha obtenido una relevancia enorme, en gran medida, gracias a los altos márgenes financieros que obtienen las industrias farmacéutica y tecnológica cada vez que se desarrollan nuevos tratamientos o medicinas. Cientos de empresas hoy trabajan en proyectos que francamente parecen salidos de una novela de ciencia ficción y los hospitales de vanguardia desarrollan técnicas y procesos que bien podrían marcar el inicio de la fusión entre la medicina y la robótica.

Según los especialistas, la medicina personalizada será el primer paso, diagnósticos más exactos permitirán desarrollar medicamentos personales con enorme precisión (medidas hasta en unidades de microgramos). El “big data” le permitirá a los médicos conocer con detalle cada rincón del historial médico de sus pacientes, incluso aquellos que los pacientes mismos no conocen. Las tendencias generales para detectar brotes de enfermedades a tiempo, así como la impresión 3D de órganos artificiales pondrá fin a la necesidad de trasplantes. La intervención genética pondrá fin a cientos de enfermedades de nacimiento, entre muchos otros avances que apenas podemos comenzar a comprender y sobre los que aún no sabemos qué impacto tendrán en la vida de las personas y en cómo nos organizaremos en sociedad.

La carrera por concretar estos descubrimientos es feroz, el sector farmacéutico es uno de los más competidos y, como hemos mencionado, uno de los más rentables. La carrera por encontrar la cura para el coronavirus es hoy el ejemplo más tangible de lo que es el día a día de las empresas farmacéuticas porque existe una estructura y un marco legal que, afortunadamente, reconoce y premia a nivel económico a los primeros lugares, es decir, a quienes hayan obtenido éxito y hayan mejorado el andar de la humanidad; lo cual, desde luego, promueve la competencia y fomenta las inversiones multimillonarias que se hacen en desarrollo e investigación, de las cuales nos beneficiamos todos.

Por lo que a nosotros respecta, destacamos que, paralelamente a esta carrera, otra se desarrolla: la de los inversionistas, que apuestan por que tal o cual compañía sea la que encuentre la cura para el COVID-19. Pocos sectores resistieron tan bien el golpe de la pandemia a los mercados como las industrias farmacéutica y tecnológica porque, para muchos, el desarrollo de métodos biológicos o tecnológicos, que permitan enfrentar esta nueva enfermedad, ha marcado el inicio de una extenuante carrera que, a su conclusión, contará con una gran recompensa económica. Podemos esperar que aquellas empresas que primero logren desarrollar una vacuna, una cura, o incluso un tratamiento prometedor, verán el valor de sus acciones aumentar exponencialmente al igual que lo hará su prestigio. Hoy, los punteros parecen ser AstraZeneca, Moderna y Pfizer, que, de acuerdo a sus reportes, parece que podrían tener la primera producción disponible al público de una vacuna o tratamiento entre septiembre y octubre de este año.

Si algo han mostrado las industrias farmacéutica y tecnológica es su capacidad de entregar resultados y de siempre estar en la vanguardia. Apostar por estas es apostar por una mejor calidad de vida y más hoy en día cuando el retorno a las escuelas, oficinas, reuniones y celebraciones depende tanto de lo que hagan. Desde el punto de vista financiero, aquellos que sepan hacer su inversión a tiempo, sin duda, obtendrán resultados por encima de lo que el promedio del mercado les está ofreciendo.

Covid 19. Un gran espejo. Nuestra oportunidad para crecer.

Algunos economistas creen que una crisis no es necesariamente algo malo a largo plazo. Si bien, en el momento más álgido de las dificultades, es difícil ver más allá; en la medida en la que  mantengamos una visión de largo plazo, podremos ver que una crisis también sirve para depurar la economía de ciertas empresas “deficientes”. En otras palabras, nos será claro que aquellas empresas con modelos de negocios probados, con capacidad de adaptarse y que, en general, son más eficientes que sus competidores, será las que prevalecerán, mientras que aquellas que no hayan logrado generar estas capacidades para mantenerse a flote, probablemente desaparecerán.

El Covid-19 ha puesto un espejo enfrente de todas las empresas. Esto las ha obligado a un autoanálisis forzado de sus competencias y de sus debilidades y, en este proceso, han salido a relucir ciertos vicios y manejos anticuados que quizá se vienen arrastrando de muchos años. Particularmente, dicho análisis, ha permitido ver que, en ocasiones, brillan por su irrelevancia varias posiciones y personas que no son esenciales para la continuación de las empresas o que incluso son un lastre. La oportunidad que vemos en ésta, así como en otras crisis, es que obliga a las empresas a encontrar su máximo potencial con los menores recursos posibles. Trabajar únicamente con lo indispensable y, por tanto, valorar y calificar todo aquello que realmente no lo es.

Este proceso de adelgazamiento o minimización ha sido una gran oportunidad para que  surja la innovación. Trabajar con recursos escasos nos obliga a ser más ingeniosos y creativos. Sin duda, esto traerá una revolución en la manera en la que trabajamos y serán las empresas lugares más eficientes y dinámicos. También, esta crisis has acelerado los procesos de adaptación tecnológica que igualmente beneficiarán a las empresas y a los trabajadores.

No obstante, antes de levantar velas al aire, primero debemos pasar por el obstáculo. Superar la crisis. Mientras esto ocurre, cientos de empresas dejarán de existir. Aunque, como mencionamos, no todo es negativo, ya que nuevas empresas tomarán el lugar de quienes no puedan adaptarse a las circunstancias. Las empresas mejor adaptadas a las nuevas condiciones del mercado; aquellas que nacieron en medio de una crisis y, por ende, que adoptaron una nueva mentalidad, una nueva manera de apreciar a sus trabajadores, a sus clientes, y al planeta serán nuestras favoritas.

En esta nueva concepción, las empresas tendrán claramente identificadas las posiciones que realmente fueron significativas durante el periodo de crisis. De ahí saldrá una nueva tendencia por revalorizar al trabajador indispensable, así como identificar aquel que no lo es (o peor aún, aquel que las hace fracasar). Con base en este análisis, las mejores empresas se darán cuenta de lo esencial que es invertir en crear ambientes laborales amigables que les permitan retener al mejor talento.

Por otro lado, ocurrirá algo similar con los clientes. Habrá que adaptarse a ellos. Al final del día, son el motor económico de toda empresa. De acuerdo con nuestro análisis, la tendencia se inclinará cada vez más hacia productos hechos a su medida. La híper-personalización y la creación de experiencias únicas será una de las razones principales de consumo de los productos ya que, en todos los sectores, se tendrá clientes mejor informados y más demandantes, para los cuales no habrá una solución única, sino que se deberá buscar aquella que se adapte mejor a sus necesidades.

En adición, sería un error olvidar responsabilidad ambiental. Las empresas y los empresarios se encuentran cada vez más en la mira de aquellos inversionistas, consumidores y trabajadores que tienen como prioridad el cuidado del medio ambiente. En un mundo donde la información es cada vez más accesible y transparente, la nueva mentalidad premiará a quienes puedan convencer a los consumidores y proveedores respecto de su compromiso contra el calentamiento global y la adopción de prácticas sustentables. En la medida en que las empresas adopten genuinamente esta visión serán lugares más atractivos para invertir, consumir y trabajar.

De igual manera, las empresas que hayan tenido la visión para entender estas dinámicas de largo plazo, tendrán en su ADN la inclusión de la tecnología de vanguardia en todos sus procesos y harán rédito de todas las herramientas disponibles. El futuro es que todas las empresas, sin importar sector, se adapten de una u otra manera a la tecnología, ya sea para mejorar la comunicación, acelerar procesos o llegar cada vez a más personas. Es una realidad que de todas las crisis siempre surgen oportunidades, en este caso, la oportunidad es replantear la manera en la que pensamos los negocios. La ocasión invita a mejorar la calidad de vida de los trabajadores y a usar la tecnología más avanzada para crecer. Sin olvidar la importancia de mejorar la manera en la que producimos y consumimos para tener productos al gusto del cliente y, al mismo tiempo, cuidar al medio ambie

La importancia de la inversión en infraestructura

La infraestructura es el cimiento sobre el cual se edifica la economía, sin ella, la actividad económica se dificulta, el comercio no fluye y se aísla a gente de las bondades de la comunicación, la tecnología y el intercambio de mercancías. En el amplio sentido, la infraestructura es todo acervo físico que da sustento al desarrollo productivo de un país.

Esto incluye: carreteras, puertos, red eléctrica, escuelas, hospitales, aeropuertos, sistemas meteorológicos y un gran número de etcéteras que no acabaríamos de enumerar si quisiéramos porque seguro algún elemento se nos escaparía. Sin embargo, todas comparten un propósito, todas las obras de infraestructura buscan mejorar la vida de las personas, ya sea haciendo que llegue la luz y agua a sus hogares, haciendo que los negocios puedan participar en el comercio internacional o dándole herramientas a los Estados para responder ante emergencias.

Es por esto, que no es casualidad que aquellos países que cuentan con la infraestructura más desarrollada son los países con mejor desempeño económico y que aquellos que constantemente han invertido más en infraestructura son los países con mayor crecimiento en los últimos años y los que han apresurado su convergencia con los países más ricos.

En el índice del Banco Mundial que clasifica la infraestructura de los países y en los primeros lugares observamos a países como Alemania, Japón, Suecia, Dinamarca, Estados Unidos, Hong Kong y los Emiratos Árabes Unidos, países ricos que juegan papeles centrales en las redes del comercio internacional y con una integración social que es la aspiración de muchas naciones en el mundo.

En este mismo índice, los países latinoamericanos salen bastante mal parados, el primero en aparecer es Chile en el lugar 34 seguido de Panamá en el 38 y México en el 51. Estas posiciones por si mismas son bastante poco alentadoras, pero cuando las acompañamos con el gasto en infraestructura nos dan cuenta del panorama completo para la región y para México.

Las recomendaciones internacionales para los países en desarrollo dictan una inversión mínima del 4% del PIB en infraestructura. El promedio de América Latina es de 2.8% y únicamente 5 países cumplen con las recomendaciones, en el caso de México la cifra ronda el 2%, muy lejana a las necesidades del país y si continua así, podría significar una perdida en la competitividad de la economía mexicana que, por el momento se encuentra por encima del promedio de la región.

Por otro lado, otra regiones y países han apostado a la inversión constante en infraestructura en las últimas dos décadas y comienzan a ver los frutos de esas inversiones, países en Asía como China, Singapur, Corea del Sur y Taiwán con inversiones anuales promedio de 7.7% del PIB, en el Medio Oriente como Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Israel con un promedio de 6.9% y países en África que se encuentran apenas plantando estas semillas como Ruanda y Botsuana, han comenzado un acelerado proceso de convergencia con los países más ricos y en cuanto a los países africanos, muchos analistas ya los perfilan como los futuros centros económicos del continente.

En este sentido, el camino es claro: se debe de invertir mucho más, pero además hacerlo de manera estratégica en México. Señales como la cancelación del NAICM o los problemas que se tuvo con la infraestructura gasera mandaron el mensaje contrario al que deberíamos buscar, no obstante, a finales del año pasado se lanzó el Plan Nacional de Infraestructura que incluye más de 1,600 proyectos y que representarían una inversión del 5% del PIB y que significarían un crecimiento adicional de medio punto del PIB.

Esto es el mejor escenario, en el cual todas las obras se concretan en tiempo y forma, pero aún en escenarios menos optimistas, hay razones para esperar buenos resultados y es que la manera en la que se financian una gran cantidad de estas obras de infraestructura es a través de la banca privada y eso se debe a la solidez del sector que les permite a diferencia de otros países financiar estos proyectos a largo plazo.

También, cualquier incremento en la inversión como porcentaje del PIB siempre traerá consigo mayor comunicación, menores tiempos de traslado de personas y mercancías, mayor calidad de vida y mejor distribución de los insumos necesarios para amentar la producción nacional. De este modo, aplicar este plan podría hacer que México no perdiera competitividad regional y que diera pasos al frente hacia una eventual convergencia con los países ricos.

No abandonar estos proyectos tendrá una doble importancia ante la situación actual, ya que su aplicación generaría cientos de trabajos que serán necesarios, incluiría la participación del sector privado, mitigaría la disminución del PIB y nos pondría en una mejor posición al término de esta crisis para poder tomar mayor importancia en el panorama internacional.

Lecciones Financieras en los Videojuegos

La idea de ver competencias profesionales de videojuegos parece ser algo ridículo. Para muchos, es imposible pensar que la gente se sentaría a ver cómo otras personas juegan videojuegos y, más aún, que existan carreras profesionales como jugadores, pero si lo analizamos con profundidad ¿Cuál es la gran diferencia con sentarnos a ver a alguien jugar fútbol o tenis?

La realidad es que el mercado de las competencias virtuales alcanzó en 2019 una valuación de mil millones de dólares y su popularidad aumenta a pasos agigantados. En 2017 un torneo de videojuegos llenó el Estadio Olímpico de Beijing y, en Estados Unidos, los boletos para estos torneos en arenas de la NBA y la NHL se agotan en cuestión de horas. Las bolsas que se reparten a los ganadores en los torneos más importantes supera el millón de dólares, premio que supera al de torneos establecidos como la Tour de France.

Esta industria ha pasado mucho tiempo por abajo del radar, pero inversionistas comienzan a notar su potencial de crecimiento. Clubes deportivos tradicionales como el Arsenal, los New York Mets, los Patriotas, Paris Saint-Germain y Schalke 04 han dado un paso al frente y ahora poseen equipos en las ligas profesionales de los llamados “E-sports”. Estos equipos se están adelantando a las preferencias de las audiencias más jóvenes y adaptándose a lo que será un mundo cada vez más digitalizado; y hace sentido, una generación que creció jugando videojuegos desarrollará una gran afición por estos, de manera similar a lo que hicieron las generaciones anteriores que crecieron jugando fútbol, basquetbol o golf.

Pero los E-sports son solo la punta del iceberg. En el mundo, el mercado de jugadores consta de 2.5 mil millones de personas que, en 2019, gastaron más de 150 mil millones de dólares y algunos analistas esperan que sea el doble para el año 2025. Eso es más que las industrias del cine y la música combinadas y un crecimiento muy superior. Los Videojuegos son el centro del mundo del entretenimiento, pero a nadie parece importante prestarles la atención que merecen.

Su tendencia de crecimiento sostenido da señales de solidez a largo plazo por varios motivos, uno de ellos es que es innegable que la participación y competencia en este tipo de juegos, en línea, nos permite generar interacciones a distancia con nuestros amigos, nuestra familia y, desde luego, con los otros; con aquellos que compartimos intereses afines. Nos acerca y nos hace pertenecer, tal como lo hacen los deportes que practicamos presencialmente. Adicionalmente, la penetración del internet permitirá a millones de personas tener acceso a estos productos en los próximos años, especialmente juegos en dispositivos móviles, a los cuales cada vez más personas en África y la India tienen acceso, y que serán la nueva oleada de jugadores que inundará las redes. Otra de las ventajas que tiene la industria, es que no depende de inventarios físicos ni de canales de distribución tradicionales, ya que las ventas casi completamente digitales y los modelos de negocios que priman las subscripciones y las compras virtuales, dentro de los juegos, han probado ser altamente rentables.

El mayor reto que se le ha presentado al sector para crecer, aún más, es la falta de eco en los medios de comunicación tradicionales y, por el momento, una mala imagen en la percepción de algunas generaciones que aún desconocen la industria. A pesar de lo anterior, un obstáculo que parece haber sorteado, excepcionalmente bien, es la actual pandemia. El número de jugadores aumentó, y el gasto dentro de sus plataformas creció aún más; sin duda, esto es señal de su capacidad para adaptarse a un mundo cada vez más digitalizado y, en el cual, romper esquemas es la nueva normalidad.

Desde antes de la crisis sanitaria, la industria de los videojuegos, así como la de telecomunicaciones y de trabajo en equipo a distancia; esta última representada sobre todo por plataformas como Zoom, Google Meet, Microsoft Teams y otras que muchos hemos comenzado a conocer en esta nueva realidad, habían estado creciendo a grandes pasos. Esto, no solo porque permitieron que las personas se interconectaran de manera natural en un espacio virtual; sino además porque, como se señaló, sus costos son diametralmente menores respecto de las empresas que cuentan con inventarios físicos, pagos de renta de inmuebles en ubicaciones costosas o que dependen de canales de distribución tradicionales, entre otros.

El análisis financiero de este fenómeno nos deja grandes lecciones. La primera, como es evidente, es que vale la pena invertir en tecnología. La tecnología genera mejores retornos a largo plazo pues trae consigo ahorros en capital humano principalmente tratándose de tareas mecánicas o repetitivas, así como en la ocupación de espacios físicos; y permite que el talento de las personas se potencialice para concentrarse en aquellas actividades que requieren creatividad, sensibilidad o incluso sentido común, los cuales únicamente los seres humanos podemos aportar.

Asimismo, que este tipo de plataformas que nos permiten jugar, interactuar y trabajar a distancia, nos han hecho ver que en ocasiones no es esencial que las personas estén en el mismo lugar para poder relacionarse, divertirse y ser productivos. Desde luego, hay muchas pequeñas interacciones que estas plataformas aún no son capaces de reemplazar y que se deben fomentar en los lugares de trabajo para obtener los mejores resultados (v.g. diálogos en privado, camaradería, contacto, percepción de lenguaje corporal, entre otros); sin embargo, nos pone en perspectiva distintas oportunidades que las empresas tienen para generen ahorros en renta de espacios, energía, transporte, e insumos, entre otros, al mismo tiempo que les permite que su personal cuente con una mejor calidad de vida y, por tanto, sea más productivo y leal a la empresa.

Existen decenas de compañías de videojuegos y plataformas en las cuales se puede invertir, muchas de ellas presentan perfiles muy atractivos ya que comienzan a incursionar en el mundo de la inteligencia artificial, telecomunicaciones, fintech y una serie de servicios digitales con la misión de convertirse en punta de lanza en lo que respecta a entretenimiento y la fusión cada vez más latente de la vida digital con el mundo exterior. Viendo a futuro, es una oportunidad que no debemos permitir que nos pase por abajo del radar.

Construcción y bienes raíces, tendencias.

La percepción sobre los pronósticos económicos normalmente transita por el camino del escepticismo, muchos dudan de su veracidad y la crítica principal es que yerran muy seguido. Si bien la decepción de haber apostado a un escenario y salir fuertemente perjudicado puede dejar en uno alguna sensación de inconformidad hacia los pronósticos, debemos recordar que eso son: pronósticos y que esta en su misma naturaleza equivocarse.

Siguiendo este pensamiento, algunos analistas quieren sepultar los modelos económicos y financieros que pretenden pronosticar el futuro próximo. Argumentan que si antes era prácticamente una cuestión de suerte prever lo que vendría, ahora con un mundo que cambia al minuto y que se enfrenta a incertidumbre abrumante, es imposible hacer cualquier pronóstico.

Sin embargo, el hecho de que ahora haya mayor incertidumbre solo exige a aquellos que anuncian lo que vendrá a ser más responsables, cuidadosos y estrictos. Para esto, es necesario hacer análisis fuera de la norma, buscar tendencias segmentadas y los patrones de comportamiento que mueven la oferta y demanda de bienes y servicios.

Para comenzar, hay que analizar las consecuencias de las normas que se le impusieron a más de 2.6 mil millones de personas para la economía: el confinamiento y las medidas de salubridad. La primera y más inmediata es la caída en la producción económica que rápidamente impacta los bolsillos de las personas, la segunda es que el confinamiento cambia los hábitos y formas de consumir y la tercera es que los rezagos de la pandemia cambiarán las preferencias de las personas.

La caída en la producción económica volverá inviable algunos proyectos de construcción que se tenían contemplados y algunos otros quedarán inconclusos o en pausa indefinida, especialmente complejos turísticos y oficinas ya que el sector turismo no se recuperara completamente hasta dentro de un par de años y, en cuanto al mercado de oficinas, cientos de empresas desaparecerán y aquellas que persistan, buscarán espacios más privados y evitarán los grandes desarrollos, también querrán ahorrar y adoptar nuevas formas de trabajo a distancia.

El sector de servicios, especialmente restaurantes, bares y centros comerciales ha sido especialmente golpeado por las medidas de confinamiento y será uno de los más perjudicados por las medias de sana distancia, por lo cual en los próximos meses habrá una oleada de locales comerciales disponibles, esto bajará los precios y ayudará a la recuperación, pero en el proceso observaremos mucho desempleo y empresas en quiebra, principalmente pequeñas y medianas.

En cuanto a los hogares, según las estimaciones más recientes, en México habrá 10 millones más de personas en condición de pobreza y si no se tiene una política clara en torno a los desalojos, podríamos terminar con un serio problema de indigencia, pero con miles de casas y departamentos vacíos, para que esto no suceda, los plazos y montos se deberán ajustar a las nuevas condiciones del mercado.

Los beneficiados en el sector inmobiliario han sido las bodegas, centros de logística y los supermercados. Las bodegas tendrán un gran crecimiento ya que las empresas comenzarán a invertir en inventarios sólidos para evitar quedarse sin mercancía como ocurrió les ocurrió a varias firmas al principio de la pandemia, los centros de logística verán un auge debido al avance del comercio en linea y los supermercados por el cambio que hubo en loas personas que ahora prefieren comer en casa que en restaurantes.

La necesidad por espacios no dejará de existir, todos necesitamos un lugar donde vivir, trabajar, divertirnos y producir, y aunque temporalmente algunos de estos espacios no puedan ser usados de manera habitual, tarde o temprano regresaremos a ellos, pero, por lo pronto, debeos observar dónde puede haber oportunidades y potencial para crecer.

¿Cuándo volveremos a viajar?

La respuesta exacta aún no la podemos conocer; pero si hay algo en lo que todos los pronósticos respecto al futuro de la industria del turismo concuerdan es que el golpe económico será especialmente duro, discrepan en cuanto a la magnitud y es que la recuperación de los próximos meses o años depende, en gran medida, de factores o condiciones fuera de su control, lo cual aumenta la incertidumbre y dificulta hacer proyecciones precisas sobre el regreso de los viajeros y aventureros a todos los rincones del mundo.

La ocupación hotelera en Cancún no superará el 30% este verano, en Acapulco se han observado ocupaciones del 0% por primera vez en la historia, el aeropuerto de Cancún al igual que el de la Ciudad de México operan con flujos de pasajeros que no llega ni a la tercera parte del flujo habitual. Ante estos escenarios, analistas de la industria y ejecutivos esperan una recuperación completa hasta el año 2023.

Muchas de las cosas que han ayudado a otras industrias a resistir los abates del coronavirus y que inclusive les han ayudado a emprender el camino hacia la modernización tecnológica no son aplicables a la industria del turismo. Es cierto que se pueden conocer museos o ruinas virtualmente, pasear por ciudades o aprender de otras culturas de manera remota, pero para muchos, el fin de viajar es precisamente una experiencia inmersiva y romper la rutina.

Esta limitación presencial que sufre el turismo en general también vuelve fundamentalmente vulnerables a los empleos en el sector que, por si fuera poco, es de las más intensivas en capital humano. Y no solo son los empleados y empresarios, ciudades enteras y países en gran medida dependen de la derrama económica que representa el turismo y de la entrada de divisas que traen consigo los turistas.

La industria también depende de las medidas que se le impongan, cuántos clientes atender a la vez, cuánta gente puede viajar en un avión, cuántos países aceptaran turistas y un sinnúmero de preguntas a las que el sector no tiene respuesta y se encuentra a merced de lo que se decida desde las instituciones de salud, en el mejor de los casos, sino es que en las oficinas de personas que basan sus decisiones en cálculos meramente políticos.

Para los individuos, dos elementos podrían influenciar su disposición a viajar una vez comiencen a levantarse las restricciones impuestas a vuelos internacionales y al contacto en general: el primero es que su situación económica no le permita el lujo de viajar y la segunda es que se auto-restrinja por miedo a contagiarse.

Respecto a la primera es evidente que la recesión global golpeará los bolsillos de millones de potenciales turistas que tendrán que esperar a que su economía se recupere junto a la del resto y, respecto a la segunda, es probable que las normas de distanciamiento social sean adoptadas voluntariamente por gran parte de la población y por ende prefieran evitar viajes y multitudes.

Por otro lado, muchos analistas opinan que justamente después del confinamiento, las personas estarán ávidas de nuevas experiencias, así como de salir de sus hogares y tomar unas vacaciones aprovechándose de ofertas tentadoras y destinos sin la saturación normal de turistas. Este comportamiento comienza a ser evidente en las ciudades en China como Beijing y Shanghai que empiezan a ver crecer la ocupación en los hoteles y en las que los restaurantes y tiendas recuperan poco a poco un flujo similar al habitual, dentro de lo que las normas de distanciamiento permiten.

A grandes rasgos, el futuro de la industria es sumamente incierto y las señales que debemos observar en relación con una posible recuperación son: la duración de la pandemia, las restricciones que se le impongan a los viajeros y su comportamiento una vez termine el encierro; pero debemos recalcar que el panorama no es completamente desalentador, ya que varios de los sitios turísticos más populares llevaban años de desgaste excesivo por las hordas de turistas que los acaparaban, por lo que un pequeño descanso puede hacer que sea posible restaurarlos y regenerarse como son los casos de Machu Pichu y Ankor Wat.

Oportunidades para empresas verdes y el costo de no cooperar

En teoría de juegos, el dilema del prisionero es un modelo que, en resumen, nos dice bajo que circunstancias los jugadores deciden cooperar o competir entre sí. Este juego consiste teóricamente en dos prisioneros que se encuentran en custodia acusados de un delito, ambos serán interrogados y no pueden comunicarse entre sí, ambos pueden acusar a su compañero (no cooperar) o guardar silencio (cooperar), a cada combinación de decisiones corresponden penas diferentes: si ambos acusan a su compañero (no cooperan) reciben una pena mayor a que si los dos permanecen en silencio (cooperan), pero si uno coopera y el otro no, aquel que delató a su compañero queda en libertad y el otro recibe la pena máxima.

En este sentido, ambos tienen incentivos a delatar a su compañero siempre, ya que si el otro lo delata, para no obtener la pena máxima, hay que delatar también y si el otro compañero no delata, se puede salir en libertad delatando. Ambos podrían recibir una pena menor si guardaran silencio, pero la falta de comunicación, la incertidumbre y la tentación de comportarse de manera egoísta los llevan a pasar más años en prisión. Este juego lo podemos adaptar a la realidad para entender la cooperación internacional en materia de cambio climático.

En la realidad, no tenemos dos prisioneros sino todos los países, pero si tenemos dos acciones: reducir las emisiones de CO2 (cooperar) o no reducirlas (no cooperar). Igualmente, los incentivos se inclinan a la no cooperación internacional porque solo es conveniente cooperar si todos los demás lo hacen, nadie quiere acarrear los costos individualmente, es por eso que existen acuerdos internacionales para tratar de hacer que la cooperación sea generalizada y los costos se dispersen de igual manera. Pero como hemos visto, la tentación a desviarse siempre existe, por eso vemos a Estados Unidos abandonando los acuerdos de París, a México limitando proyectos de energías renovables y en general a todos los países quedándose cortos de los objetivos a alcanzar según se comprometieron en esos acuerdos.

Por fortuna, estas desviaciones no aplican necesariamente a los individuos y a las empresas porque siguen otra lógica que cada vez se enfoca más en beneficiar a los que toman acciones individuales a favor del medio ambiente. Esto, ya que la opinión de los consumidores e inversionistas toma en cuenta la responsabilidad ambiental cada vez con mayor peso. Las firmas con enfoque verde tienden a rendir mejor a largo plazo y se les abren cada vez más oportunidades de financiamiento, además de ser una manera efectiva de reducir costos y aportar a la solución de un problema que es de todos.

En años recientes, el tema del calentamiento global ha comenzado a generar mayor tracción, las búsquedas del tema en Google lo demuestran, han aumentado más de 20% en dos años y estudios de mercado revelan que muchos jóvenes tratan de comprar, en la medida de lo posible, productos de compañías con enfoque ambiental; igualmente, comenzamos a ver la aparición de fondos de inversión especializados en sectores y actividades que benefician al medio ambiente e inversionistas que, al igual que los consumidores, buscan hacer que su dinero presione a las empresas a generar un cambio.

Las empresas comenzaron a tomar nota de esto y también han comenzado a innovar en la manera en la que se conducen, empiezan a notar los beneficios que trae consigo la reputación de ser una empresa verde, así como de las señales que se transmiten a los inversionistas respecto a que tienen una visión de futuro y que cuentan con planes claros a largo plazo para seguir en el mercado. También se dieron cuenta que, más allá de una estrategia comercial, las practicas sustentables en las operaciones diarias de cualquier empresa, sin importar sector o tamaño, a la larga generarán un ahorro considerable.

Invertir en paneles solares, en focos ahorradores, en aires acondicionados ahorradores y demás alternativas de energía renovable, en pocos años generará esos ahorros y, por otro lado, el implementar políticas de home office claras, de ahorro de papel y de materiales harán que estos ahorros sean evidentes de manera inmediata para las empresas, pero no solo son estos los beneficios que trae adoptar esta postura, también les abrirá cada vez más puertas cuando busquen financiamiento y se volverá más fácil vender proyectos con este enfoque.

A diferencia de la lógica gubernamental que hoy se dirige en sentido contrario, adoptar estos cambios de manera individual o a nivel empresa solo trae consigo beneficios. De hecho, el cambio que estamos viendo en la mentalidad de los consumidores y de las empresas, sin duda generará costos políticos a aquellos mandatarios y representantes que opten por no adoptar políticas en pro del medio ambiente; particularmente, cuando los votantes y las asociaciones de ciudadanos comiencen a exigirlas de igual manera que lo hacen con las compañías en las que invierten y consumen, como ya sucede en varios países desarrollados. Esto generará una sinergia positiva a favor del medio ambiente y forzará la cooperación internacional.


Ganadores del nuevo orden comercial

La guerra comercial entre Estados Unidos y China probablemente tendrá como ganador a México, y es que las tensiones comerciales entre ambos países no disminuyeron la demanda de productos que se importaban de China hacia los Estados Unidos, únicamente los volvieron más caros y, por consiguiente, se ha vuelto más atractivo importarlos desde México.

Similarmente ocurrirá con la situación actual, el comercio se volverá más caro en la medida en la que los gobiernos comiencen a intervenir más. Las tentaciones de intervenir en el comercio están siempre presentes, muchas responden a la economía política de sus países, lo cual lleva a los gobiernos a tomar decisiones con fines electorales o políticos y no meramente económicos, como es el ejemplo de los subsidios al campo en Francia que se hacen para sostener al fuerte y organizado gremio de trabajadores del campo y que corresponden a una base electoral y social muy importante.

Sin embargo, recientemente hemos visto otro tipo de intervención que responde a la situación de emergencia que vivimos, las restricciones a las exportaciones de materiales y equipo médico son consecuencia del miedo que existe a no poder cubrir con la demanda local. Por el momento, las restricciones se han limitado a estos productos, pero no sabemos cuanto más puedan resistir las cadenas de suministro de alimentos y de otros productos que, si comienzan a fallar o algunos productos a escasear, traerán consigo una serie de restricciones que siguen la misma lógica que tuvo la restricción a las exportaciones de equipos médicos.

Por otro lado, las empresas comenzarán a repensar la viabilidad y los beneficios de tener cadenas de producción globales porque, como se dice popularmente, una cadena solo es tan fuerte como su eslabón más débil y, eventualmente, se pondrá en una balanza el retorno a las cosas tal como estaban antes de la pandemia frente a los costos de no tener control sobre los procesos de producción completos. Un viraje en las posturas respecto al comercio internacional de los gobiernos podría ser el punto de inflexión que lleve a las empresas a no querer correr los riesgos, por lo que las empresas buscarán minimizar la incertidumbre.

La oposición al libre comercio no es algo nuevo, pero si saldrá reforzada de esta pandemia y es que los beneficios del comercio son difíciles de sentir ya que se encuentran muy dispersos, todos los habitantes de un país con libre comercio se benefician de él, pero casi nunca lo notan. Sin embargo, las pérdidas, que, a pesar de ser mucho menores a las ganancias, existen, pero son más evidentes, ya que se concentran en algunos sectores específicos.

Esta concentración de las pérdidas y dispersión de las ganancias permite a algunos de los perdedores organizarse. En este caso, habrá personas y sectores cuyas pérdidas no necesariamente sean consecuencia del libre comercio, pero podrían ser susceptibles de ser convencidos por las campañas contra el libre comercio de que, precisamente, es el libre comercio el enemigo a vencer.

Desde antes de la pandemia, comenzábamos a notar una ralentización en el crecimiento del comercio y una postura menos amigable en torno él. La guerra comercial de los Estados Unidos con China es su ejemplo más reciente, de igual forma, debemos recordar que una de las primeras acciones de los Estados Unidos fue salirse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, en Europa vimos el Brexit y a pesar de que se firmó un nuevo acuerdo comercial en Norteamérica, además de modernizarse, también se incluyeron clausulas más restrictivas.

No son solo los acuerdos comerciales multilaterales y las políticas comerciales se han visto diezmadas, la cooperación multilateral se ha puesto a prueba. Los ya de por sí insuficientes esfuerzos por combatir el calentamiento global, tuvieron un fuerte tropiezo con la salida de Estados Unidos del acuerdo de Paris. La cooperación internacional parece estar pasando por sus peores momentos desde la década de los noventa tras la caída del Muro de Berlín.

En este nuevo arreglo mundial, los acuerdos bilaterales prevalecerán sobre los acuerdos multilaterales y la cooperación global será sustituida por la cooperación regional, en este sentido podrían salir nuevos competidores que reten el estatus de las potencias actuales y serán aquellos países que puedan adaptarse a esta nueva situación y puedan sustituir llenar el hueco que dejen las cadenas de producción globales.

Países como México en Norteamérica, Turquía en Europa, Etiopía en África y Tailandia en Asía podrían ser grandes ganadores, todos estos países habían logrado incrustarse en las cadenas de producción globales, en esto tienen una ventaja respecto a otros países y si pueden absorber mayor parte de los procesos de producción, conseguirán establecerse como serios contendientes regionales.

Los acuerdos bilaterales o regionales podrán ser benéficos para algunos países que emergerán como nuevas potencias regionales, sin embargo, problemas como el calentamiento global, el terrorismo o una pandemia como la que actualmente vivimos demandan cooperación global, será interesante observar cómo se atacan estos problemas desde esta nueva forma de organizar la cooperación.

Empleo ante el Coronavirus

Los números y las gráficas que han circulado los últimos días sobre el desempleo en Estados Unidos son impresionantes, nunca antes se había visto una situación similar, el parecido más cercano es con la Gran Depresión. De esta magnitud, si no es que más, es la situación que estamos viviendo en estos momentos, la dimensión del desempleo dependerá en gran medida de qué tanto disminuya la actividad económica y su impacto de qué tanto reaccione el mercado laboral al levantamiento de medidas de protección en la segunda mitad del año.

En México, la situación es distinta. Antes de la pandemia, el ritmo de crecimiento del empleo era mínimo, 2019 fue uno de los peores años desde la crisis financiera de la década pasada. Esto presenta una preocupación mayor, ya que algunos analistas sugieren que el ritmo de crecimiento del empleo regresará, como máximo, a las tasas de crecimiento anteriores a la pandemia conforme se reactive la actividad económica. En México esto no será suficiente, además será doblemente complicado combatir el desempleo sin cifras oficiales confiables, ya que el INEGI no publicará la Encuesta nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) en los meses de abril y mayo, en vez, publicará resultados de los indicadores laborales que provendrán de encuestas telefónicas, con todos los problemas que estos acarrean.

Sin embargo, no todos los resultados eran negativos, la masa salarial, que se compone del número de empleados multiplicado por el salario promedio, registraba altos históricos antes de entrar en la situación actual. Esto nos revela que, a pesar del lento crecimiento en el empleo, los salarios y las condiciones laborales presentaban un sostenido crecimiento, en gran medida empujado por el significativo aumento en el salario mínimo que, por primera vez en décadas, se encuentra por encima de la línea de bienestar, es decir, que se puede comprar una canasta básica para un trabajador y un dependiente con ese ingreso.

La falta de ayuda por parte del gobierno a las Pymes y sus trabajadores probablemente hará más fuerte el golpe del desempleo en México que en otros países. Los créditos que darán a aquellas empresas que no hayan despedido a ningún trabajador probarán ser un incentivo insuficiente para evitar el desempleo, ya que el monto del crédito es muy bajo y existe  opacidad en el proceso de su otorgamiento. Sin embargo, toda vez que las empresas manufactureras y el comercio en México son intensivos en uso de personal a comparación de otros países que son más intensivos en capital, nos hace pensar que estas industrias que concentran la mayor proporción del empleo se verán forzadas a recontratar a la gran mayoría de sus empleados para retornar a sus actividades, por lo que será una situación de desempleo temporal para la gran mayoría de la masa laboral.

Lo mismo ocurre para los sectores de servicios, probablemente el sector turismo sea aquel que presente una más lenta recuperación al igual que los servicios de lujo por no ser actividades esenciales y las primeras en verse afectadas en toda crisis. La naturaleza del mercado laboral mexicano, intensivo en mano de obra, en general mal pagado, poco regulado y con pocas redes de protección para los trabajadores lo vuelve más volátil que otros, es por eso que podemos esperar un fuerte golpe, pero un retorno casi igual de fuerte a medida que las cosas regresen poco a poco a un estado de normalidad relativa.