Las preocupaciones al inicio del año pasado eran el Brexit, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la inestabilidad política causada por la campaña de reelección de Donald Trump y las tensiones bélicas entre Estados Unidos e Irán. Todos estos eventos a excepción de las tensiones con Irán tuvieron un desenlace catastrófico y aún así fueron nota de segundo plano dado que la gran historia de el pasado año fue la pandemia, las vidas que cobró y los estragos que causó.

Este año comenzó de manera anárquica y contradictoria. Por un lado las imágenes que nos regalaron los cientos de personas que irrumpieron en el Capitolio muestran la profundidad de a herida que dejará la presidencia de Donald Trump y el tiempo que tardará en cicatrizar, mientras que por el otro lado los mercados financieros continuan su disociación con la realidad, millones de desempleados y una profunda crisis social y económica no parecen afectar su escalada hacia altos históricos que se vuelven noticia cotidiana.
El retorno paulatino a la normalidad parece cada vez más cercano, la llegada de la vacuna a finales del año pasado y su aplicación a gran escala que apenas comienza nos da un ápice de esperanza para volver a nuestros espacios de trabajo, escuelas y actividades recreativas que tuvieron que ser abandonadas. Sin embargo, muchos economistas advierten de un retorno en forma de K, es decir, que mientras unos se recuperarán, otros continuarán por el camino descendiente y que se ampliará la brecha de desigualdad, en especial en economías avanzadas y entre personas con un nivel escolar alto y quienes no cuentan con estudios.
Otra gran tendencia que tiene el potencial de revolucionar la economía mundial y el sistema financiero global es la adopción institucional de las criptomonedas, en especial del Bitcoin que en el último mes ha visto su valor aumentar por más del 120% respecto al dólar. Muchos analistas e instituciones financieras creen que el estigma que generaba la criptomoneda como medio de transacciones ilegales se evaporó y dio paso a tomar en serio sus cualidades, comenzando por la tecnología que la subyace, su stock limitado, su capacidad de registrar cada movimiento y su divisibilidad.
En cuanto a los cambios forzados en los hábitos de consumo de las personas, todo parece indicar que el confinamiento únicamente aceleró la adopción masiva del comercio en linea, incluso en países menos desarrollados o con poca infraestructura. También, consolidó el dominio de las empresas de tecnología sobre la economía global que se debe no solo a su tamaño y recursos, especialmente a su influencia para determinar resultados políticos y ser los medios de comunicación socializada a la cual recurren miles de millones de personas en todo el planeta. Además de controlar el recurso más importante del momento: los datos de consumo, preferencias, secretos y hábitos de las personas.
Por último, la última gran tendencia que echará raíz este 2021 probablemente sea el movimiento ecologista que invadirá todos los aspectos de nuestras vidas, desde la política impulsado fuertemente por el Presidente Joe Biden y la nueva corriente verde en el congreso de los Estados Unidos encabezado por gente como Alexandria Ocasio-Cortez, pasando por las finanzas impulsado principalmente por un cambio en la mentalidad de los inversionistas que buscarán generar un impacto a través de sus inversiones y siendo cada vez más conscientes y alejándose de sectores como Oil & Gas y hasta los productos que consumimos y la manera en la que se producen impulsado por avances tecnológicos que vuelven los procesos verdes económicamente viables