Por más de 20 años, los skinny jeans dominaron las calles, los aparadores y las pasarelas. Este corte definió a una generación: los millenials, sobervivió el movimiento fast fashion y los rápidos cambios impuestos en los gustos de los consumidores.

Esto no fue bueno para la industria de la moda que depende de cambios en las tendencias para poder vender.La industria de los jeans esta valuada en 70 mil millones de dólares al año.
Desde 2001 hasta 2019, los skinny jeans representaban más del 80% del total de las ventas, en 2020, representaron alrededor del 30% y en lo que va de 2021, esta cifra continua si tendencia a la baja.
Durante las casi dos décadas, diseñadores y marcas se rindieron y dejaron de intentar introducir una nueva silueta.El punto de quiebre vino con un video viral de una estudiante de moda en Toronto de 21 años que declaró la muerte de los skinny jeans.
Pronto, y sin tener esa intención, logró lo que por casi 20 años nadie en la industria pudo y al mismo tiempo anunciar la llegada de una nueva generación al mercado.
Los millenials pasaron de moda, ahora la Generación Z es quien marca las tendencias y todos debemos comenzar a prestarles atención.Además, este cambio en las preferencias no pudo haber llegado en mejor momento.
La industria de la moda fue una de las más golpeadas por la pandemia y una renovación de tendencia es lo que necesitaban para revivir las ventas. Podemos esperar que esta sea una de las muchas señales que veremos de la recuperación económica.
Para regresar a los niveles de actividad económica pre-pandemia, necesitamos que la gente salga, que gaste y que comience a circular el dinero.
Casos como este podrán ser observados en todas las industrias, cambios en las preferencias de las personas posteriores a la pandemia dictarán los ganadores y perdedores en cada sector.
Higiene, experiencias, personalización, identidad y comodidad parecen ser las nuevas prioridades de los consumidores que no buscan los mismos símbolos de status que las anteriores generaciones.
Para poder sostenerse en pie, las empresas deberán de aprender a venderle a una nueva generación que no cabe en un molde y que se distingue por rechazar las formas y protocolos establecidos.