Si volteamos a nuestro alrededor seguramente encontraremos algún metal o mineral en cada objeto que nos rodea. Seguramente, también, cada objeto a nuestro alrededor fue fabricado, transportado, almacenado y comprado con maquinaria, vehículos, almacenes y billetes que a su vez fueron fabricados, transportados, almacenados y comprados con objetos que contienen metales y minerales.

La pasta de dientes contiene flúor, nuestros celulares cobre, silicio, grafito, manganita, y oro. La dolomita puede ser encontrada en nuestras medicinas y en el maquillaje, la sal en los detergentes y la hemetita en las latas de refresco y automóviles. Todos estos metales y minerales son extraídos por empresas mineras y son esenciales para los procesos de prácticamente todas las otras industrias.
Es por eso que la industria minera es de vital importancia para la economía, todos de alguna manera u otra dependemos de ella para poder consumir o producir todos los bienes y servicios que queramos. Su interconexión con todos los sectores de la economía la vuelve sensible a cambios en la demanda, como ocurrió a principios de este año con el desplome de los metales industriales, pero al mismo tiempo hemos visto una alza significativa en los metales preciosos como reserva de valor y es que la industria minera tiene una diversificación enorme dentro de sí, lo que afecta a los metales industriales puede beneficiar a los metales preciosos.
A pesar de que la industria sufra algunos choques en la demanda, nunca, o por lo menos en el futuro mediano, dejará de existir y sus productos, dada su intrínseca relación con prácticamente todo, seguirán siendo extraídos de la tierra. Es por esto que en México, la industria minera es de las pocas que ha sobrellevado bien la actual crisis, siento la segunda industria que más ha crecido en lo que va del año.
También es la quinta industria que mayor aportación hace al PIB y una de las industrias que más recursos fiscales otorga a la Federación. Sin embargo, a pesar de su importancia y peso, es un sector que normalmente ahuyenta a los inversionistas por ser considerada contaminante o corrupta, cuando en realidad es de los sectores con mayor escrutinio en cuanto a políticas sociales y ambientales, además de poder añadir mucho valor en el portafolio de muchos inversionistas que buscan diversificar y obtener retornos atractivos.