Es muy diferente gestionar un negocio que gestionar un patrimonio.
Los negocios familiares tienen una dinámica propia, no se comportan como otras empresas porque incluyen en su visión otros valores como la reputación, el control y la confianza. Habrá ocasiones en que estos valores se sobrepongan a cuestiones puramente económicas.
También, estas empresas se enfrentan a problemas que las demás no. Encontrar la siguiente cabeza de la compañía no es solo un problema de habilidades, los problemas familiares son problemas de negocios y viceversa, fomentar en la siguiente generación los valores familiares y una mentalidad de dueños con la responsabilidad de un patrimonio compartido, son unos de los problemas inherentes al manejo de estas empresas.

Encontrar un director independiente para una empresa familiar no es únicamente salir al mercado a buscar habilidades; también, se busca que dicho director medie entre los familiares y que haga suyos los valores de la familia para tener un punto de vista que satisfaga a todos los miembros.
Asimismo, si se pretende que la dirección recaiga en un miembro de la familia se debe contar con un plan de sucesión estructurado, el cual, solo 30% de las empresas familiares tienen y actualizan constantemente. Esto con el fin de evitar pugnas internas por el control de la empresa que pongan en riesgo la continuidad de la compañía.
Otro de los grandes retos para este tipo de empresas es lograr inculcar la cultura de emprendimiento en las nuevas generaciones e inspirarlos a querer formar parte del negocio familiar. Por último, tener un patrimonio compartido puede ser un problema al momento de dividir tareas y competencias, es necesario ser claro en todo momento para evitar, nuevamente, peleas internas.