El mandato del Banco de México es procurar la estabilidad de los precios, es decir, mantener la inflación alrededor de su meta del 3%, también, de manera indirecta facilitar el sano desarrollo del sistema financiero y ser pilar de la estabilidad macroeconómica del país.

Desde que México decidió por tener un Banco Central no subordinado a ningún autoridad gubernamental, la inflación se ha controlado de manera más eficaz y desde que se adoptó un régimen de objetos de inflación como marco para la conducción de la política monetaria del 3% en 2001, las fluctuaciones de la inflación han sido mínimas a comparación con las anteriores.
La independencia del Banco de México ha sido fundamental para lograr que se cumplan las metas inflacionarias, al igual que estar dotado de herramientas para instrumentar su política por los diferentes canales de transmisión de la política monetaria. Uno de ellos se encuentra en riesgo.
El proyecto de decreto de reformas a la Ley del Banco de México para que adquiera moneda extranjera en efectivo, aprobado por el Senado de la República vulnera la autonomía del Banco Central porque pretende obligarlo a comprar las reservas en exceso en dólares que los bancos comerciales no puedan regresar a los Estados Unidos.
Recordemos que existen límites en cuanto a las operaciones en dólares que se realizan en nuestro país, las restricciones están diseñadas para evitar que recursos ilícitos entren al sistema financiero y en general, constan de expedientes e identificaciones por parte de los bancos comerciales que reportan a la Secretaría de Hacienda de cualquier actividad inusual en alguna de sus cuentas.
Los dólares en efectivo después de pasar los controles son enviados de regreso a los Estados Unidos a través de contratos privados entre los bancos comerciales y empresas especializadas, de esta manera entran en las cuentas de los bancos comerciales de manera legal y son ellos mismos quienes incurren en los gastos y los riesgos de las operaciones.
Los bancos comerciales que no pueden realizar estos contratos para enviar efectivo a los Estados Unidos es porque se no tienen los controles necesarios para garantizar que los recursos no provienen de fuentes ilegales. Este no es el caso de la mayoría de los bancos que realizan estas operaciones de manera habitual y sin inconvenientes.
Los dólares en efectivo que circulan en nuestro país provienen del turismo, en parte de las remesas (únicamente el 1.5% de las remesas son en efectivo) y en su mayoría del narcotráfico, es por eso que los controles son tan importantes para evitar el lavado de dinero.
La autonomía del Banco de México se vería mermada por el hecho de que se le obligaría a comprar estos excedentes en efectivo. Esto podría tener grandes repercusiones, en primer lugar porque la decisión de si comprar o no dólares debería de recaer en las autoridades del Banco Central, no en una obligación y en segundo lugar porque podría comprometer las reservas internacionales de México.
Al obligar al Banco a comprar las dólares se le estaría obligando a mover reservas sin que éste pueda hacerlo conforme a sus objetivos y se perdería la capacidad de reacción de uno de sus instrumentos para ejercer su política monetaria. Hay que tener en mente que las reservas internacionales son un activo en el balance del Banco de México y que el efectivo es un pasivo y que cualquier movimiento del lado del activo (aumentar las reservas), tiene que tener un movimiento reciproco del lado del pasivo (más dinero).
Más grave aún es que se podría poner en riesgo el total de las reservas internacionales de México si se llega a sospechar que han entrado recursos de origen ilegal a ellas. La cuenta podría ser congelada y podríamos ser sujetos a sanciones internacionales. Las consecuencias para la estabilidad monetaria y para la economía mexicana podrían ser devastadoras.
Es muy grave lo que se pretende hacer desde el Senado para la estabilidad económica de nuestro país, manda señales poco alentadoras respecto al respeto a la autonomía del Banco Central y al entendimiento del sistema financiero global y las reglas que lo rigen. El Banco de México no debe de responder a ninguna autoridad gubernamental ni debe de ser usado como instrumento para incorporar recursos de dudosa procedencia al sistema financiero.