Como en cualquier otro caso, los avances tecnológicos tienen un claro punto de inflexión que marca la adopción masiva de un producto porque posee ventajas significativas sobre su predecesor. En el caso de los smartphones fue el precio tanto de los aparatos como del internet móvil, en el caso de los vehículos eléctricos pueden ser varios factores.

Muchos estudios realizados en Estados Unidos sobre las preferencias de los consumidores nos indican que si bien estamos cerca, aún faltan unos años para la adopción masiva de autos eléctricos. Es relevante entender lo que ocurre en Estados Unidos porque generalmente marcan tendencia y es el segundo mercado de autos eléctricos más grande solo después de China.
Apenas el 31% de los consumidores estaría interesado en comprar un auto de este tipo, las principales razones no consideran al precio porque ya se encuentran en el rango preferido por los consumidores, más bien tienen que ver con el rango de la batería, el tiempo de carga y la accesibilidad de las estaciones de carga. Estas tres razones presentan problemas técnicos que seguramente tendrán solución y sabemos qué tan cerca estamos.
El problema hasta este punto ha sido técnico, primero se resolvió el tema del precio con las baterías. En 2013, el precio por kWh era de USD $668, hoy es de $137 y se espera que para 2023 sea de $100. Los siguientes problemas son referentes al uso de las baterías y a su comodidad respecto a su competidor: el motor de combustión interna.
Los números mágicos, por así decirles, en cuanto a rango es 469 km, el Chevrolet Volt es quien más se acerca, pero aún le faltan 52km y en cuanto a carga es 31 minutos por carga completa, el Tesla Model 3 es quien más se acerca, pero aún le falta el último 20% (que es el más difícil porque la velocidad de carga decrece exponencialmente a medida que cargamos).
Por otro lado, la cantidad de recursos que demandan las baterías es enorme. El litio es su principal componente, pero también requiere de miles de componentes que van desde plata hasta silicio y cobre. Para cumplir con su vocación verde es necesario que se garantice a los consumidores que el origen de los componentes es de minas con protocolos de sustentabilidad.
Los mercados financieros ya compraron esta tecnología, el año pasado fuimos testigos del despegue de Tesla y otras marcas de vehículos eléctricos. Compraron en adelantado porque esperan que este punto de inflección llegue más pronto que tarde y porque esta tiene el potencial de solucionar problemas de movilidad y más si tomamos en cuenta el avance paralelo de la inteligencia artificial, de la conducción autónoma, de la economía compartida y del diseño urbano del futuro.