Hoy en día es más difícil identificar la información veraz de la ficticia, parece que en cada momento de nuestro día somos bombardeados con cantidades impresionantes de información que no podemos procesar. The Revolt of the Public, el libro de Martin Gurri que se publicó por primera vez en 2014 presenta una tesis que nos puede ayudar a entender lo que sucede a nuestro alrededor.

Según Gurri, el público y las autoridades son actores antagónicos que hasta hace poco tuvieron una relación de poder asimétrica. La fuerza de las autoridades se manifestaba de manera violenta, autoritaria y jerárquica para controlar al público. En el caso concreto de la información, las autoridades controlaban los medios de comunicación en todas sus modalidades.
La televisión, el radio, la prensa y los líderes de opinión pasaban por el filtro estatal con el fin de que todo su discurso fuera encaminado a legitimar la autoridad. Sin embargo, este monopolio sobre la información fue minado por el surgimiento del internet que convirtió al publico de espectadores pasivos a generadores y transmisores de información.
Además, la lógica con la que opera el público es completamente diferente. No se sostienen por medio de estructuras jerárquicas rígidas, sino por redes que les permiten avanzar la información de manera más democrática. En su libro, Gurri narra los eventos ocurridos en la primavera árabe desde esta perspectiva, en especial lo ocurrido en Egipto que devino en la caída del poder de Hosni Mubarak.
Ahí, la semilla fue plantada por un trabajador de Google que vivía en Dubai, Wael Ghonim. Él creo un evento en Facebook que llamaba a la revolución egipcia en un lugar y fecha determinada inspirado por la caída del gobierno en Túnes. Por razones fortuitas, el evento comenzó a ganar tracción y la gente tomó las calles para protestar la corrupción del gobierno documentando la represión y dando a conocer al mundo lo que ocurría en Egipto. El poder monopólico de la información se había perdido.
Este marco teórico es de especial utilidad para analizar la situación política y económica de México. Por una parte, tenemos un gobierno que entiende que hay que ser generadores directos de información, por eso la conferencia de prensa mañanera y la enorme presencia en redes y que sabe que la mejor manera de neutralizar una red es eliminar los nodos, es decir, socavar la legitimidad de aquellas personas que tienen más eco dentro de la red.
Por otra parte, tenemos a un gobierno sometido al escrutinio público de manera minuciosa. Casi cada falta, error, corruptela y negligencia son documentadas y amplificadas en tiempo real por la red que conforma el público ya sea para justificarlo o denunciarlo. Nuevamente, según Gurri, es hasta ahí donde llega el poder de las redes porque al no tener una estructura jerarquica no pueden tomar accion más allá de un evento, no pueden goberner.
Nuevamente, retomando el caso de Egipto. Las redes tumbaron al gobierno de Mubarak, pero quienes tomaron control del aparato estatal fueron los militares. En México y en el mundo esto ha generado inestabilidad en los sistemas políticos y económicos ya que tenemos autoridades que pierden legitimidad por el escrutinio público, pero que no pueden ser remplazados por las redes que se les oponen.
En este sentido, desde 2014, el autor advertía del surgimiento de gobiernos populistas que capitalizaban el desgaste y el enojo del público para emerger como alternativas a la clase política que se encontraría desprestigiada e incapaz de adaptarse. La lección más importante de este libro es justo esa, que el poder adquirido por el público al convertirse en jugador activo del juego político y económico tienes tanto ventajas como desventajas y debemos ser cuidadosos en quien depositamos nuestra confianza y la información que generamos y consumimos.