Gigantes corporativos – Blog Momentum México

Gigantes corporativos

Royal Dutch Shell perdió cerca de 20 mil millones de dólares mientras que Amazon, Apple, Facebook, Microsoft y un enorme número de empresas de tecnología apuntan nuevos records en cuanto a utilidades. Es probable que ya estemos muy adentrados a un mundo en el que los combustibles fósiles no reinan más.

Por décadas las poderosas empresas petroleras dominaron la escena pública, su control se extendía más allá de las salas de juntas y llegaba hasta los oídos de los mandatarios más importantes del mundo. Hoy, el escenario es otro. Es el de una industria en franca decadencia que necesita ayuda para salir adelante, una ayuda que parece nunca llegará.

Si bien, en México parece que la apuesta es a fortalecer los monopolios estatales de PEMEX y CFE que son ya animales muy viejos, el mundo apuesta a la descentralización y en cierta medida a la democratización de la producción de combustibles y energía. La tecnología lo permite y cada vez por un costo menor, los avances han sido impresionantes.

Este anuncio no tomará a nadie por sorpresa, la decadencia de las empresas petroleras viene anunciándose desde hace tiempo, pero es hoy más claro que nunca cuando vemos que PEMEX perdió 30 mil millones de dólares el año pasado. Es una industria que no podrá sostenerse a sí misma durante mucho tiempo.

Por otro lado, las empresas de tecnología llevan años ya tomando el puesto que antes ocuparon las grandes petroleras, el 2020 solo consolidó su lugar en la cima. Como toda entidad con enormes recursos, preocupa que abusen de ellos como por años lo hicieron los gigantes petroleros.

El fin de la presidencia de Trump fue escandaloso, por decir lo menos. En ese momento, las empresas de tecnología más importantes, especialmente de comunicaciones y redes sociales, mostraron su músculo y prohibieron al entonces presidente de la nación más poderosa del mundo usar sus plataformas.

En primer lugar, ese acto en sí es una muestra del enorme poder que poseen actualmente esas empresas y, en segundo lugar, abre el debate respecto a quién debe de ser juez y garante de la libertad de expresión y que constituye libre expresión y que es discurso de odio.

También le dió vida a otros debates respecto a los datos de sus usuarios y el control que pueden ejercer en la vida cotidiana de las personas comunes, cómo ha promovido episodios de violencia organizados desde sus redes y la preocupación por la privacidad y franca imposibilidad de alejarse completamente de estas redes en este mundo digital.

Es cierto que los tiempos cambian y quienes mejor se adapten o propongan ocuparan la posición que antes le correspondía a otros que la daban por sentada. Pero, también es cierto que la concentración de recursos y poder, en la forma que sea, traerá consigo una serie de preocupaciones y abusos que deben de ser regulados y mitigados.

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