Los análisis económicos más recientes indican que la crisis sanitaria actual arrasará a empresas y gobiernos por igual, únicamente pocos sectores podrán resistir sin grandes estragos y aún menos saldrán fortalecidos. En el mundo de los negocios, puede que el nuevo escenario al que nos enfrentemos terminando la crisis implique un cambio en las reglas del juego y los jugadores. Aquellos que puedan entender la situación actual y hacía donde se dirigen los cauces, podrán capitalizar estos momentos de turbulencia. En política podría ocurrir algo similar, eventos de esta magnitud por lo general suelen estar seguidos de cambios en la percepción de las personas respecto de sus gobernantes, por lo que también se pondrá a prueba la efectividad de las decisiones tomadas por los gobiernos.

En el mundo, los principales ganadores en el entorno de los negocios parecen ser las grandes compañías de tecnología: Alphabet (Google), Facebook, Amazon, Apple y Microsoft, reafirmarán su posición y aumentaran su influencia de manera significativa. Hay dos razones que nos inducen a pensar el por qué lo serán: la primera es que la demanda por servicios en línea ha aumentado vertiginosamente junto con el hecho de que la infraestructura que los soporta ha probado ser confiable y, la segunda, es que se encuentran en una posición financiera envidiable, entre las 5 acumulan poco mas de 570 mil millones de dólares en efectivo.
Esta montaña de efectivo les servirá para sobrellevar la crisis sin mayor escozor e incluso podrían aprovechar esta oportunidad para hacerse de varios unicornios, es decir, empresas de tecnología privadas valuadas en más de mil millones de dólares cuyos modelos de negocio consistían en “quemar” dinero para competir brutalmente en precios con la esperanza de convertirse en el “last man standing”. Estos modelos se financiaban con dinero de inversionistas que, por el momento, probablemente buscarán colocar su dinero en activos más seguros, lo que como consecuencia hará que varias de estas empresas quiebren o que sus accionistas se vean en la necesidad de acudir a estas empresas con grandes flujos de efectivo para que les compren su participación.
Los más obvios perdedores serán todos los prestadores de servicios, en especial aquellos servicios de lujo como turismo, eventos y restaurantes que, según se prevé, no verán flujo de personas y efectivo hasta finales de año o mediados del próximo. En estos casos ocurre lo contrario que con las empresas de tecnología, ya que la infraestructura necesaria para que puedan operar no se puede transportar a casa y por lo general son sectores donde abundan las PyMes, mismas que suelen tener mayores dificultades para contar con liquidez suficiente y alcanzar, en el corto plazo, la solidez financiera que les permita enfrentar este tipo de crisis, además de la gran cantidad de mano de obra que necesitan.
Hace tiempo, México dejó de depender de la exportación de materias primas que, sin menospreciar su importancia, fueron remplazadas por exportaciones manufactureras y, asimismo, el país comenzába a transitar lentamente hacia una economía de servicios. Sin embargo, en este momento, las cadenas productivas globales se encuentran en parálisis casi absoluta y sin señales claras de cuándo y cómo será su retorno. En este escenario, a México se le presenta una oportunidad única, tras años de esfuerzo pudimos introducirnos en las cadenas productivas globales cada vez con productos más especializados y con alto valor añadido y, por otro lado, en el mundo se comienza a poner en duda la utilidad de cadenas productivas con puntos de contacto geográficos demasiado dispersos (v.g, empresas norteamericanas con manufacturas en dos distintos continentes alejados), en este escenario, debemos apostar por fortalecer nuestra posición, sustituir a otros países y aprovechar nuestra ubicación geográfica al sur del mercado más grande del mundo a fin de que puedan ver en México un socio comercial confiable.
Ganar esta confianza solo será posible con la cooperación estrecha y apoyo del gobierno mexicano ya que, un alto porcentaje de las empresas manufactureras mexicanas son PyMes que necesitarán el apoyo de todos (gobierno, iniciativa privada y consumidores) para resisitir el vendaval económico. Desde luego, entendemos que existe un enorme sector de la población que depende de la economía local o informal que, al día de hoy, no recibe directamente ingresos de estas empresas y que, por supuesto, es imperativo que se apoye. Pero sería un error dejar de apoyar también, en esta crisis, al resto de las empresas mexicanas, particularmente a las PyMes, ya que esto podría tirar por la borda todo el esfuerzo de numerosos trabajadores mexicanos que, durante muchos años, han construído una gran reputación como gente trabajadora, especializada y confiable; y que hoy pueden ser una gran palanca para que, aprovechando nuestra posición geográfica envidiable, el fiel de la balanza se incline a favor de México y salgamos ganadores de la coyuntura que se nos presenta.
Esta crisis nos ha hecho ver que, ante eventos de esta magnitud, incluso el juego político y las finanzas públicas podrían cambiar. Los gobernadores de ciertos Estados cuyas economías dependen en gran medida de estas empresas como Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Jalisco han declarado que están considerando la conveniencia de salirse del Pacto Fiscal Federal, argumentando que esto les permitirá tener los recursos necesarios para hacer frente a crisis como éstas y tomar decisiones independientes que se ajusten a las necesidades de cada uno de sus Estados. Recordemos que las facultades recaudatorias recaen en los estados según la Constitución Mexicana y fueron cedidas a través del Pacto Fiscal a la federación porque así convenía a todos los Estados, entre otras, dado que recibían fuertes ingresos petroleros. Casi la mitad de los ingresos de la federación hasta 2008 provenían de la venta de petróleo, en 2019 fueron el 17.2%, mientras que los ingresos tributarios ya superan más de la mitad del total. Hoy en día, con una crisis de esta magnitud y con los ingresos petroleros muy disminuidos, hay gobernadores de Estados que ya no ven tanta utilidad en este pacto, les parece injusto que aportan mucho y reciben poco y comienzan a presionar al gobierno federal, alegando que dicho acuerdo ha restringido su margen de maniobra para enfrentar esta crisis sanitaria ya que el 80% del dinero que otorga la federación viene previamente etiquetado y, por consecuencia, ha limitado los resultados que pretenden rendir a su población.
Es poco probable que ese escenario se presente en el corto plazo ya que gran parte de la deuda pública de los Estados está atada a las participaciones federales y, dejar de percibirlas, en la mayoría de los casos detonaría un vencimiento anticipado de sus créditos bancarios y bursátiles poniendo en riesgo sus finanzas, pero este tipo de declaraciones pueden estar sembrando la semilla para que, en el futuro, los Estados busquen mayor independencia financiera. Hipotéticamente, una salida del Pacto Fiscal Federal en principio podría ser benéfica para algunos estados “ricos” como Jalisco y Nuevo León pero, de no estar acompañada con el fortalecimiento de las instituciones y mecanismos eficientes de recaudación a nivel local en los demás Estados, únicamente agravaría las profundas diferencias que ya existen en nuestros distintos territorios, aunado a que esto adelgazaría, aún más, los recursos con que cuenta la federación para responder de manera, eficiente y coordinada, en beneficio de toda la población del país, a este tipo de eventos inesperado. Al final, en este escenario el gran perdedor sería el grueso de los mexicanos.
Entender quienes serán los beneficiados y quienes los perjudicados nos permite analizar con más claridad las posturas de los distintos actores de la realidad mexicana, autoridades, empresarios y trabajadores. El mundo no siempre es un juego de suma cero en donde lo que gana uno necesariamente lo pierde otro, pero en momentos de crisis como el que vivimos parece que así podría ser: el negocio que pierde uno lo acaparará otro y las facultades que se ganan, necesariamente fueron cedidas por alguien más. De nosotros depende que generemos las interacciones adecuadas para que, en vez de que se pierdan estos recursos o facultades, esta crisis nos lleve a crear sinergias que potencialicen nuestro desarrollo.